"Son gente
de amor y sin codicia ... Certifico a Vuestras Altezas que en el mundo creo que
no hay mejor gente ni mejor tierra; ellos aman a sus prójimos como así mismo
... son fieles y sin codicia de lo ajeno ..."
Este
episodio narrado por Colón, rememora imágenes de paz, armonía, solidaridad, colaboración, cuidado en las
que vivían sus miembros. Son sensaciones que el mundo moderno ha obligado a
olvidar sustituyéndolos por otros valores como el individualismo, la
competitividad, la construcción de los distinto como sinónimo de rivalidad y el
enfrentamiento. Con la modernidad, ese sentido de vida de los originarios del
Abya Yala, descrito por Colón, se transforma en el espacio de la
desconfianza, la competencia, la sospecha del "otro", el aislamiento
y el miedo.
En tiempos
de deterioro social como los que vivimos, la reconceptualización del
significado de comunidad debe realizarse desde diferentes puntos de vista.
Una, quizás la que menos atención se le da, desde las sensaciones, las emociones, que puede producirse el
ser parte de una comunidad, el estar en comunidad y el vivir en comunidad y, la
otra, desde una visión más sociológica de definiciones, deberes, obligaciones,
roles, funciones e interacciones que tienen las personas en una comunidad.
Quizás la calidez en el compartir cotidiano de sus miembros sea su rasgo fundamental. En ella, se exterioriza en la proximidad de la vida compartida. Es el espacio en el que el entorno da seguridad y firmeza a cada uno de sus miembros. Es el espacio donde el uno y el otro entran en una comunión por prestarse ayuda mutuamente. La conciencia compartida es la de ayudar y recibir, entendiendo la ayuda como acto permanente de dar y recibir.
Entendida así, la comunidad se convierte en la búsqueda permanente de un tipo de mundo en que se gustaría habitar y sobre el cual tomar posesión. Un mundo en el que la armonía y el equilibrio sean rasgos en las relaciones e interacciones. Vivir en comunidad es sentirse vivos en un espacio "paradisíaco" construido por sus miembros, donde está ausente la inseguridad, debilidad y desconfianza.
Entendida así, la comunidad se convierte en la búsqueda permanente de un tipo de mundo en que se gustaría habitar y sobre el cual tomar posesión. Un mundo en el que la armonía y el equilibrio sean rasgos en las relaciones e interacciones. Vivir en comunidad es sentirse vivos en un espacio "paradisíaco" construido por sus miembros, donde está ausente la inseguridad, debilidad y desconfianza.
A la vez, asume rasgos propios siendo
distintiva respecto a otros grupos (se sabe dónde empieza y dónde acaba la
comunidad), pequeña (tan pequeña que todos sus miembros están a la vista uno
del otro) y autosuficiente (que tiene la capacidad de proveer las
condiciones suficientes para que sus miembros sean cuidados desde que nace hasta
que muere) (Bauman, Comundiad, 2003). La comunidad es el espacio de la
libertad de decidir por un futuro compartido, es el espacio de la
autodeterminación.
La comunidad
es entendimiento entre sus miembros que la marca como su fortaleza;
aunque, contrariamente, es
frágil y vulnerable. La comunidad para su estabilidad, armonía, convivencia,
necesita de vigilancia constante, afianzamiento de sus fortalezas y defensa de
las agresiones externas (de fuera de la comunidad). La comunidad establece
identidad frente a los otros distintos.
El
entendimiento se construye con largas discusiones que intente establecer una
"homogenización" de criterios al interior de la comunidad. Los
objetivos de vivir en comunidad podrán ser alcanzados si en la discusión se
establecen pautas de selección, separación y exclusión de la pertenencia a la
comunidad; las potencialidades de los miembros permitirá distribuir mejor las
tareas y construir días de buen vivir.
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